Te contamos las historias de cuatro jóvenes líderes y lideresas con intereses diversos, pero con un mismo objetivo: un país con igualdad de oportunidades.
Dicen que los jóvenes son el futuro del país; sin embargo, no cuentan con muchos espacios para hacer oír su voz. Según la Secretaría Nacional de la Juventud (Senaju), los peruanos y peruanas de 15 a 29 años representan la cuarta parte de la población, pero no gozan de la suficiente representación. Como muestra, un botón: nuestro Congreso del Bicentenario solo cuenta con cinco congresistas menores de 30 años. ¡Qué sabrán los jóvenes!, exclaman incluso algunas personas. Pero ¿cómo construir un futuro sin incluir a las nuevas generaciones? ¿estamos escuchándolos?
Por el Día Internacional de la Juventud, conversamos con cuatro jóvenes del Programa de Juventudes de Redpública, un espacio impulsado por el PNUD y AECID, para acelerar la participación ciudadana en el Perú, sobre todo de los más de 8 millones de jóvenes, desde una mirada que tome en cuenta la diversidad. Por ello, el programa ha iniciado con jóvenes que lideran diferentes iniciativas de participación ciudadana en siete regiones del Perú; con formaciones, intereses e ideas diversas, pero con un solo objetivo común: lograr el Perú que queremos.
Xiomara
Xiomara Villalobos Quispe es la más joven del programa. Con solo 20 años, la estudiante de Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos es parte del Círculo de Estudios e Investigación de Políticas Públicas (CEIPOL), organización juvenil de su casa de estudios que ahora forma parte del Concejo Distrital de Participación de la Juventud de Lima Cercado. “Para mí uno de los pilares de la democracia es la participación ciudadana, por eso siempre me ha interesado participar y generar oportunidades para otras personas”, comenta. Su interés en la política viene desde su niñez, cuando su abuelo materno, quien a pesar de no haber logrado terminar sus estudios, estaba siempre muy informado y le leía libros de su biblioteca y las noticias políticas.
Mediante Redpública, Xiomara está realizando un documental para visibilizar los movimientos femeninos en su universidad de la mano con el Proyecto Bicentenaria. Para ella, el programa es un espacio donde tiene la oportunidad de articular con jóvenes de diversas regiones. “Me permite conocer diferentes realidades y no centralizar las miradas. Además, las sesiones son horizontales y colaborativas, no ven a los jóvenes como personas que no tienen voz”.
Aunque el Perú está por debajo del promedio de participación ciudadana en Latinoamérica, Xiomara invierte varias horas en esta. “No siento que esté perdiendo el tiempo, creo que al compartir lo que me apasiona como ciudadana estoy aportando valor a la sociedad”, asegura. “Además, al mismo tiempo estoy aprendiendo; todos ganamos”.
A 200 años de que el Perú sea república independiente, para Xiomara una de nuestras prioridades debe ser reducir las desigualdades, como las que viven los jóvenes que no pueden estudiar porque tienen que trabajar, las que sufren las mujeres por el machismo, o la que se ejerce desde el propio Estado cuando los servicios no tienen una mirada intercultural en beneficio de las poblaciones indígenas. “Espero que en este bicentenario podamos mirarnos entre nosotros, que nos demos cuenta de que tenemos los mismos derechos y que el Estado promueva el cierre de estas brechas para que todas las personas se desarrollen de forma plena”.
Gabriel
Gabriel Choque es un joven de 27 años, proveniente de Puno, región en el sur andino del Perú. Cuando ingresó al servicio militar en el Cuartel Santa Rosa, su visión sobre el país cambió. “Allí tuve contacto con personas que hablaban de la realidad del país, ese fue mi primer chispazo”, comenta. Terminando este servicio, y gracias a una beca pública, accedió a sus estudios universitarios de Relaciones Internacionales.
“Soy consciente de que estas becas vienen del aporte de las personas. Quiero retribuirlo a la sociedad y por ello nació Kalinka Perú”, cuenta entusiasmado sobre esta iniciativa que creó con sus compañeros tras preguntarse: “¿qué aporte hemos hecho a la sociedad?”. Ahora, ofrece a jóvenes herramientas para potenciar sus oportunidades laborales en el contexto de la pandemia y han articulado acciones en alianza con municipalidades y ministerios.
De acuerdo con Gabriel, la finalidad de la participación ciudadana es aportar valor a la vida de las personas, pero debe ir de la mano con la diversidad. Justamente, es lo que destaca del Programa de Juventudes. “Hay diversidad de jóvenes, de ideas y de narrativas, y además tiene incorporados los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por eso decidí ser ‘redpublicano’ y no me equivoqué, ya estamos haciendo proyectos conjuntos; por ejemplo, articulamos con un compañero de Iquitos una acción por el Día del Reciclaje”.
Para Gabriel, el Perú está por encima de las posturas políticas. “Los jóvenes y los grupos organizados, así como los emprendedores, somos quienes movemos al país. Tenemos una posición geográfica privilegiada cerca al océano, somos productores de cobre y gozamos de una gran diversidad, debemos tener confianza manteniéndonos firmes y avanzando con nuestros proyectos. Por eso, deseo un Perú que genere oportunidades de trabajo y donde la respuesta del Estado a las personas emprendedoras sea rápida”.
Al pensar en cómo inició sus proyectos, Gabriel recuerda a su ex compañero de trabajo. “Él me decía: si estudias vas a avanzar, y con esa idea me puse a leer más. Mi padre también siempre llevaba libros a la casa y así comencé a conocer más el mundo, me abrieron la mente y me dieron ideas para un mejor país”.
Fernanda
Fernanda Soria tiene 27 años, es de Arequipa, región al sur del país. Aunque estudió derecho y psicología, el tema que le apasiona lo desarrolla en Yo Podría Ser Ella (YPSE). A través de esta iniciativa, que comenzó con sus compañeras de psicología hace dos años, aborda la violencia de género sobre todo en niñas y adolescentes, desde espacios de escucha en alianza con colegios. Hoy cuentan con una red de voluntarias que ayudan a amplificar su impacto.
Conectar con los problemas de otras personas puede ser aquello que acelere nuestra participación ciudadana. Este fue el caso de Fernanda. “Fui practicante en el Ministerio Público, ahí leí sobre un caso de violencia sexual a una niña y me quebré. Esto me llevó a interesarme en la carrera de psicología. Hoy soy más empática y no me siento plena si no hago algo por la sociedad, eso llena mi existencia”.
Yo Podría Ser Ella (YPSE) comenzó abordando el tema del acoso sexual callejero con las alumnas de un colegio en Barrios Altos, en Lima. “Nos dimos cuenta de que todas hemos pasado por esta terrible experiencia, y al hablar con las chicas del colegio encontramos casos muy fuertes, incluso de familiares y docentes que las culpaban”. “No podemos sacarlas de ese ambiente, pero podemos ofrecerles herramientas para hagan frente estas situaciones”, señala con cierta esperanza.
Gracias a esta buena práctica, YPSE ganó un apoyo de la Pontificia Universidad Católica del Perú para continuar con su labor. Lamentablemente, por la pandemia el proyecto se redujo a colegios con posibilidades tecnológicas y depende del mantenimiento de su plataforma, pero sobre todo de su red de voluntarias.
Tanto Fernanda como sus colegas ven en la participación ciudadana más que un vehículo para exigir demandas. “Como ciudadanía tenemos derechos, pero también deberes. Si tu país es como tu casa ¿por qué no aportar? Si podemos hacer algo para prevenir la violencia, así sea solo conversar, creo que podemos lograr un gran avance”. Pero la participación ciudadana no es algo que se haga en solitario. “Felizmente encontré personas que sentían lo mismo que yo”.
Para Fernanda, en Perú aún falta mucho apoyo en temas de formación, financiamiento y alianzas para acelerar la participación ciudadana. “En Redpública he encontrado personas que comparten mis ideales, dispuestas a dar su tiempo y energía, y organizaciones que trabajan los mismos temas en otras regiones. Estoy muy orgullosa de ser parte de su grupo impulsor porque además me ha nutrido en temas de formación y espero ahora ser una mejor lideresa”.
Jhonn
Jhonn Keler Diaz Coronado de 26 años radica en la ciudad amazónica de Iquitos y se autoidentifica como indígena, por sus antepasados del pueblo kokama kokamilla. Es ingeniero ecólogo y becario de la Beca Permanencia del Estado. Fue miembro del Parlamento Joven en 2019 y hace cuatro años fundó Espíritu Verde Amazónico (EVA), que reúne a jóvenes para incidir en la conservación de los recursos amazónicos y crear una Amazonía sostenible.
Para Jhonn, los colegios también son espacios de participación. “Algo que marcó mi vida fue cuando postulé para alcalde escolar y perdí, pero esto me permitió relacionarme con varias personas e instituciones. Pertenecí a un grupo de monitores ambientales escolares y desde ahí viene mi interés en este tema”.
Jhonn afirma que la juventud muchas veces sí identifica las problemáticas, pero se quedan ahí. Por eso, EVA es un llamado a la acción, trabajando en diálogo con zonas rurales y urbanas para poder generar ese cambio que queremos, en su caso desde el activismo y la educación socioambiental, rescatando el conocimiento de la flora y fauna amazónica.
Ahora con Redpública, Jhonn ha tenido la oportunidad de vincularse con organizaciones de diversas regiones y realizar actividades académicas en conjunto. “Hace poco, organizamos un foro virtual con la participación de aliados de Argentina y Guatemala, es decir hemos podido generar sinergia para conocer otras realidades y hacer réplicas”.
Actualmente, EVA desarrolla actividades desde la virtualidad e implementará una biblioteca en una comunidad de Loreto. “Pero gran parte de nuestro trabajo siempre se enfocaba en el relacionamiento con comunidades y esto se ha visto impactado por la pandemia”, lamenta Jhonn.
“De niño me preguntaban que quería ser cuando fuera grande, siempre respondía que quería ser presidente, pero eso lo veo cada vez más lejano por cómo se construyen los procesos desde la política, con corrupción”. “Yo espero un Perú del bicentenario con una política diferente, donde seamos vigilantes y hagamos incidencia, pero sobre todo comenzar a entendernos más con el medio ambiente buscando esa paz interior, desarrollándonos sin afectar los recursos que tenemos”.